La pedagogía de Homero


“...las creaciones no dependen ya de la visión de los ojos, sino de la acción recíproca del sentido del lenguaje y de las emociones del alma” (Jager. p,15) ¿Qué ha constituido la Ilíada para la sensibilidad al validar la su función pedagógica? ¿Cómo se confronta el tema del polemos en La Iliada? ¿Qué pertinencias confluyen en el Panta Kalá? ¿Cuáles motivos han resonado más? Este ensayo presentara una apreciación frente a los contenidos de La Ilíada, tomando en cuenta sus motivos y los artículos y textos de Werner Jaeger, Paideia,  de Simone Weil,  La Ilíada, o El poema de la fuerza,y finalmente de  Jean Pierre Vernant, Panta Kalá.

Una de las siete artes liberales, en particular, la música, y con esto el canto y la poesía, formaban un vínculo entre la  apreciación ética y la apreciación estética. Esto resultó en un fuerte instrumento de acercamiento a la paideia y al areté.  Jager, en 1933, abre un paréntesis para hablar nuevamente sobre los intereses y principios de la educación griega.  Para Jager un saber no reflexivo representa poco para el desarrollo integral de una persona.  De forma paralela, critica el encasillamiento del arte a una función puramente estética. No obstante,  este tipo de educación, la paideia, llega a una amplia gama de objetivos, que de forma un tanto mezquina, resolveremos en dos principios básicos: la formación  individual para su aplicación en la polis y la formación individual destinada al autoconocimiento.  La Iliada supone reflexiones en ambos ámbitos; por un lado, la búsqueda del bien común, y el amor a la patria; y por el otro lado, la valorización que una persona, como individuo, puede ofrecer a amigos y enemigos, como en el caso de Glauco, de Aquiles, entre otros.
La lectura de la Ilíada trae muchos puntos oscuros y muchos puntos de claridad, no se debe ignorar ninguno; pues resultaría imposible, aburrido y poco humano solo resaltar la claridad. Después de todo no se puede ver luces de día, sin haber atravesado la penumbra de la última hora de la tarde. Simone Weil nos habla sobre lo que ella considera el eje principal de la obra; La fuerza. ubicada en todos los posibles ámbitos, la fuerza de los dioses, de los guerreros, de los soldados, del honor, del odio, de la compasión, del respeto, del amor.
La Ilíada presenta un sin número de ejemplos. Por un lado, durante una de las varias hybris de Aquiles; Agamenón envía a Fénix para convencer a Aquiles de volver a la batalla, no obstante, él se niega puesto a que aún enfrenta la lucha contra el sentimiento de la pérdida de su Areté, luego de que Agamenón lo había ofendido. Aquí se figura la fuerza del honor envilecido. Por el otro lado, el de la claridad,  encontramos muestras de la fuerza de la compasión. Aquiles, en el canto XXIII decide devolver el cuerpo de Héctor a su padre para que él pueda verlo y honrarlo; aún sintiendo en su corazón el dolor de la pérdida de su compañero amado, Patroclo.  Por último tenemos la fuerza de los dioses “No debes tener un corazón despiadado. Los propios dioses son flexibles y eso que su supremacía, su honra y su fuerza son mayores.” (v. 495) Estas líneas condensan varios tipos de fuerza, la que los dioses imponen frente a los mortales, la fuerza de sensatez que tienen al contemplar las consecuencias de sus actos, y por último, su fuerza física. Tal parece que esta convicción, la de la fuerza, representa un motor vital en el hombre, es por esto que la sublima en  arquetipos, es decir en los dioses olímpicos, así como en los héroes y demás personajes en La Iliada.
El último punto que corresponde a este ensayo gira en torno al artículo de Jean-Pierre Vernant. El artículo se compone por el sentimiento de desgracia que propicia una muerte sin gloria, versus el sentimiento de armonía en el pánta kalá, Vernant nos recuerda que en la Grecia antigua, cada ciudadano se construye en función del otro; esto implica una búsqueda por el honor, por el areté. Cuando un hombre decide arrimarse en las simplicidad de una vida calma y sin desafíos, tanto morales como físicos, es visto ante todos como un hombre que deja de existir. Mientras que, el hombre que decide enfrentar conscientemente, con valentía y sensatez los infortunios y calamidades que le han de deparar la vida, cuenta ante la polis, como un hombre que vive; ya esté él con vida, o muerto.  Continuando con el texto, este también señala que la única manera de completar el areté es enfrentar el fin de la vida. El guerrero que muere en batalla completa su areté;  es llevado a la muerte con gloria y armonía, aún si su cuerpo está cubierto de sangre y llagas.
Es por esto que el autor centra en la introducción de su texto a las decisiones del héroe Aquiles y del guerrero Héctor. Aquiles tomó su decisión a muy temprana edad, morir joven y en gloria, y dejar la vejez para los mortales. Del mismo modo Héctor, después de las tres vueltas a las murallas que  circundan su ciudad, Ilión, decide enfrentar su destino y completar su areté.
La sensibilidad de la que gozan los humanos, a diferencia del resto de seres vivos en el planeta, es abrumadora.  La naturaleza humana puede ser capas de las más viles acciones, como el comandar una guerra; y también de llenarse de clemencia y ternura en medio del enfrentamiento. Los griegos, sabiamente, tomaron a la música como instrumento de educación. ¿Por qué? Ellos estaban conscientes de que esto iba a funcionar con la sensibilidad de sus estudiantes. Quizá resulte cursi lo que dice la cantautora Violeta Parra “Lo que ha podido el sentimiento, no lo ha podido el saber; Solo el amor con su ciencia, nos vuelve tan inocentes” Estos versos suponen la importancia de la ética y la estética de la que nos habla Jager, de la que nos otorgó Homero. La importancia de los mitos griegos radica en el nivel de comprensión de la esencia humana y su vínculo con lo social a través de un sentir humano. El tema del polemos funciona como tramoya para cubrir a los verdaderos motivos que se esconde en la obra.

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